Más allá del coleccionismo: la Numismática como disciplina auxiliar de la Historia

Marinus Claeszoon van Reymerswaele. El cambista y su mujer, 1539, óleo sobre tabla, 83 x 97 cm. Madrid, Museo del Prado.

Por Moisés Alberto Saldaña Martínez

Universidad Autónoma de Nuevo León

orcid.org/0000-0003-0627-6203

Los historiadores siempre requieren de fuentes de información para reconstruir el pasado, dado que éste, en sí mismo, es un objeto de estudio inaprehensible, inobservable e irrepetible. Por ello, sólo puede ser abordado de manera indirecta a través de las huellas o vestigios que se conservan[1]. Con frecuencia la investigación se sustenta en los documentos archivísticos o de otra índole, que dan testimonio de los aconteceres de una época. No obstante, en realidad las fuentes son diversas.

En efecto, no puede negarse la riqueza y ‘locuacidad’ de vestigios como fotografías, testimonios orales, películas, pictografías, monumentos, edificios, inscripciones o utensilios cotidianos del pasado. Todas estas evidencias, interpretadas con base en las herramientas pertinentes de carácter teórico-metodológico, complementan (o, en algunos casos, substituyen) a las fuentes documentales.

Una de las primeras orientaciones académicas que sostuvo la cientificidad de la Historia fue la llamada Escuela diplomática, establecida por Leopoldo von Ranke en la década de 1820. Dicha tendencia historiográfica afirmaba la posibilidad de alcanzar un conocimiento objetivo sobre el pasado con sustento en los documentos contemporáneos. Éstos debían ser abordados de manera crítica, con el apoyo de la Filología (técnica que se aplica a los textos para reconstruirlos, fijarlos e interpretarlos) y la Paleografía (ciencia de la escritura y de los signos y documentos antiguos).

Sin embargo, la escuela fundada por Von Ranke no consideraba a los diplomas[2] como las únicas fuentes que alimentan el conocimiento histórico, sino que listaba una serie de ‘ciencias auxiliares’ que permiten el abordaje de otras evidencias. Así, se cultivó la Epigrafía (estudio de las inscripciones), la Sigilografía (análisis de los sellos estampados en documentos) y la Geografía histórica (estudio de la distribución de los Estados y pueblos de la Tierra a través de las distintas épocas), entre otras disciplinas; cada una con su propia metodología[3].

Una de estas ciencias auxiliares de la Historia era la Numismática. Este término suele generar cierta confusión, pues se le interpreta como alusivo únicamente al coleccionismo de monedas, en ocasiones centrado en detalles ínfimos de las piezas (que, presuntamente, otorgan un valor exorbitante a algunos objetos) u orientado sólo a la acumulación de valor por el metal precioso. Sin embargo, aunque esta connotación del término puede ser válida, la Numismática (del latín numisma, ‘moneda’) es realmente una disciplina que estudia las monedas y medallas[4], principalmente las antiguas[5]. Puede incluir también otro tipo de artículos, como los billetes[6].

Evidentemente, el coleccionismo y el estudio de las piezas van de la mano en muchos casos. En efecto, los responsables de los acervos públicos (en museos, archivos o bibliotecas) o los propietarios de las colecciones privadas buscan casi siempre analizar los objetos, autenticarlos, identificarlos, conocer su rareza, su historia, etc. Así, se trasciende el ámbito de la acumulación y se llega al estudio de los artículos como vestigios históricos. La existencia de asociaciones de especialistas, catálogos, convenciones y manuales permiten a los estudiosos tener las bases o el respaldo suficiente para el análisis numismático.

Ahora bien, la relevancia de estudiar a las monedas radica en varios aspectos. En primera instancia, su antigüedad y su gran difusión. Según Heródoto (respaldado por la evidencia arqueológica-numismática) surgieron en el siglo VII a.C. en Lidia, Asia Menor[7]. Tres centurias más adelante, Aristóteles teorizó que su origen obedeció a la necesidad de facilitar los intercambios, superándose así el trueque y estableciéndose una medida común para la equivalencia y la justicia en las transacciones[8].

El uso de las monedas se generalizó hacia otros territorios de la época para los siglos VI y V a.C., validada por las autoridades políticas como el Imperio persa aqueménida y las polis griegas. Con los imperios macedónico y romano su difusión alcanzó una gran escala entre el Cercano Oriente y el mundo europeo. Por su parte, en el Extremo Oriente, particularmente en los reinos chinos, las monedas tuvieron un desarrollo paralelo desde cuando menos el siglo IV a.C.[9] De tal modo, desde hace más de 2,600 años el dinero ha estado presente en múltiples sociedades del mundo y ha circulado ampliamente.

En segundo lugar, el material de las monedas (generalmente, metales preciosos) les otorga una resistencia, perdurabilidad y deseabilidad que son difíciles de hallar en otro tipo de vestigios históricos. En tercera instancia, reflejan las condiciones económicas de una época y un territorio determinados. En efecto, su abundancia o escasez, así como su tamaño, peso y composición son altamente significativos y expresan información en torno a la prodigalidad o frugalidad de un tiempo y un espacio. También manifiestan, por su material, las condiciones de la extracción minera, los intercambios, las técnicas metalúrgicas y la explotación colonial, así como la noción económica sobre el valor de las monedas.

En torno a esto último, se puede establecer si el valor del dinero se consideraba algo intrínseco (por su material) o era fiduciario (que depende de la fe o confianza, como los billetes). En cuarto y último lugar, las monedas son relevantes por sus imágenes e inscripciones, ya que fueron emitidas por regímenes, Estados y gobernantes específicos. Asimismo, manifiestan sistemas de pensamiento, símbolos, valores y creencias, pues siempre han sido un medio eficaz de propaganda política e ideológica. Cabe agregar que ésta es una de las funciones más destacables de las medallas: conmemorar acontecimientos, propagar ideas, exaltar al gobernante, etc.

El análisis numismático procede tomando en consideración todo lo expuesto previamente. La pieza se debe identificar y contextualizar: a qué país o unidad política corresponde, de qué año o época procede, y qué refieren sus imágenes e inscripciones. También se ha de autenticar la moneda o medalla, a través de determinar su material, peso, tamaño y técnica de acuñación. Esto último, evidentemente, requiere de observación acuciosa o puede necesitar de herramientas tecnológicas, como para conocer la aleación de los metales. Los catálogos especializados son también instrumentos útiles para estos procesos.

De igual modo, se suele establecer el nivel de conservación de la pieza, para lo cual existe una escala convencional entre los numismáticos, a partir de ciertos criterios. Dicho rango va generalmente desde Brillante-Sin circular (BU, por sus siglas en inglés), cuando se halla en su estado original, hasta Pobre (Poor en inglés), cuando sus detalles prácticamente se han perdido por completo. Para realizar todos estos análisis existen asociaciones especializadas, aunque cualquier aficionado puede proceder a realizarlos si cuenta con la experiencia, los conocimientos y las herramientas pertinentes.

Por su parte, el valor de cambio de las piezas, cuando se orientan al mercado de coleccionistas, está determinado por la oferta y la demanda como cualquier otra mercancía. Es decir, su abundancia o escasez, y su deseabilidad entre los potenciales compradores, determinan su precio. Es relevante también su valor intrínseco (el metal del que están hechas), pues definitivamente no vale lo mismo una moneda de cuproníquel que una de oro, pero su rareza y deseabilidad son más importantes. La antigüedad de la pieza no es tan determinante como suele pensarse; por ejemplo, existen muchas monedas romanas que valen unos cuantos dólares, pues son relativamente abundantes.

Para ejemplificar lo anterior se puede citar un caso destacado. Actualmente, la moneda que tiene el récord por haber sido vendida al precio más elevado (18.87 millones de dólares en 2021) es la estadounidense de 20 dólares de oro acuñada en 1933, llamada Double Eagle[10]. Las razones son dos: es sumamente escasa, prácticamente única[11], y el mercado numismático estadounidense es el más dinámico del mundo, es decir, las piezas raras de dicho país son muy demandadas por los (adinerados) coleccionistas norteamericanos.

Ahora bien, pueden señalarse cuando menos tres casos donde se manifiesta la utilidad y relevancia del estudio numismático como fuente del conocimiento histórico. En primera instancia, las monedas o medallas han permitido datar múltiples sitios arqueológicos, y conocer la movilidad histórica de personas o sus intercambios. En torno a esto último pueden referirse diversos ejemplos, como el descubrimiento en 2016 de monedas romanas de los siglos III y IV d.C. en el castillo Katsuren, en Okinawa, Japón, que son indicio de una vasta red de intercambios entre Occidente y el Extremo Oriente[12].

Asimismo, puede apuntarse el hallazgo en 1957 de un penique noruego del reinado de Olaf III Haraldsson (1067-1093) en el sitio arqueológico de Goddard, en Maine, Estados Unidos. Aunque este descubrimiento no está exento de controversia, parece probar la presencia de escandinavos en el noreste estadounidense, procedentes de Groenlandia, o algún tipo de intercambio comercial[13]. En cualquier caso, una sola moneda, debidamente autenticada y analizada, se presenta como evidencia de procesos históricos muy poco conocidos a partir de otras fuentes.

También existen ejemplos en las monedas mexicanas de esta utilidad; baste citar uno. A través de los resellos (llamados ‘chops’) que se agregaban a las monedas novohispanas o decimonónicas, puede conocerse su amplia difusión y la red de intercambios comerciales. La mayoría de dichos resellos eran colocados en China, gran demandante de plata, y manifiestan los espacios específicos donde circuló y fue utilizada la pieza en el territorio oriental. Los ‘chops’ se utilizaban para identificar a los que pagaban la moneda y autenticaban su contenido de plata[14]

El segundo caso de la importancia del estudio numismático radica en que ha permitido conocer o probar la existencia de algunos personajes históricos. En efecto, ya que las monedas han sido respaldadas desde su origen por los gobernantes, siempre han aparecido sus sellos o efigies en las mismas. Esto, además, es un importante medio de propaganda para difundir la imagen de la figura de autoridad, bajo una iconografía exaltadora.

Por lo anterior, las monedas han sido una fuente importante para identificar monarcas del pasado. Pueden referirse al respecto algunos ejemplos. En 1713 se descubrió en Transilvania una moneda de oro con la efigie e inscripción de un emperador romano llamado Esponsiano. Aunque muchos la consideraron una falsificación, en 2022 se realizó un estudio minucioso de la pieza que demostró su autenticidad. Así, dicha moneda (y algún otro ejemplar conocido) es la única evidencia de la existencia de ese emperador romano, de quien se especula que fue un usurpador en la Dacia cuando la provincia quedó aislada del Imperio, bajo el reinado de Filipo el Árabe en la primera mitad del siglo II d.C.[15]

Otro ejemplo es el debate sobre si hubo uno o dos reyes llamados Azes en el antiguo Reino indoescita durante el siglo I a.C. En efecto, la copiosa producción monetaria que lleva la inscripción de dicho soberano ha provocado que algunos estudiosos numismáticos concluyan que se trataba de dos gobernantes, mientras que otros afirman que fue sólo uno. No existe una conclusión consensuada, pero los estudios recientes apuntan a que solamente hubo un monarca llamado Azes[16].

No hay un caso similar a los anteriores en la numismática mexicana, pero sí puede ejemplificarse esta utilidad de las monedas en otro aspecto: el conocimiento de los títulos y símbolos de los soberanos mexicanos, desde la época hispánica. Son particularmente significativas las monedas del emperador Agustín de Iturbide acuñadas en 1822, pues esbozan rasgos de continuidad con las representaciones del régimen hispánico y de innovación en los signos políticos en el novel México independiente[17]. Aunque se trata de cuestiones accesibles mediante otras fuentes, el estudio numismático complementa el conocimiento sobre los títulos y representaciones de este monarca mexicano.

El tercer caso que pone de relieve la utilidad de los estudios numismáticos es la significación de la simbología presente en las piezas y su potencial propagandístico. Por ejemplo, a través de las monedas puede apreciarse la incorporación de emblemas religiosos cristianos durante algunas etapas de conversión, como en la época de Constantino I en el Imperio romano[18] y del rey Ezanas en el Reino de Axum (en la actual Etiopía)[19], ambas durante el siglo IV. En efecto, con estos soberanos comenzó a acuñarse dinero con cruces o crismones,[20] lo cual evidencia la cristianización de sus instituciones y su población, y la difusión de dichas creencias.

Puede referirse un ejemplo en la numismática mexicana: la relevancia y significación del ‘gorro frigio’ como símbolo. En efecto, entre 1824 y 1945 casi todas las monedas de un peso ostentaban la imagen del píleo o gorro frigio[21] resplandeciente, un símbolo romano que denotaba la libertad y que se asociaba también con el republicanismo desde el siglo XVIII. Actualmente es un símbolo poco usual y poco conocido, pero, como demuestra la evidencia numismática, fue prácticamente un complemento del escudo nacional durante más de 120 años de la historia del país[22].

Una vez puestas de relieve la utilidad y relevancia del estudio numismático como fuente del conocimiento histórico, cabe puntualizar que México tiene una enorme riqueza de piezas monetarias y medallísticas desde 1535 hasta la actualidad. Dichos objetos dan cuenta de la historia nacional desde la época hispánica, y de muchos de los cambios políticos y económicos que se han suscitado. Además, se encuentran en el país vastas colecciones públicas, como la de la Casa de Moneda de México y del Banco de México, y también existen en Nuevo León, en museos, archivos y bibliotecas.

No obstante, si bien es muy enriquecedor conocer las piezas de manera directa, esto no es indispensable para su estudio. Hay múltiples catálogos en línea de monedas y medallas del mundo[23] y de México[24], así como publicaciones especializadas[25] que permiten conocer, visualizar y estudiar los artículos numismáticos para escudriñar la información histórica que brindan. Existen también sociedades numismáticas en México[26] y en Nuevo León[27], con las que pueden vincularse los interesados en este conocimiento. En fin, son muchas las posibilidades de incursionar en estos estudios más allá del coleccionismo.

En conclusión, con esta somera exposición se ha pretendido mostrar la pertinencia de incorporar a los estudios numismáticos como fuentes del conocimiento histórico. Para ello es esencial un abordaje interdisciplinario; por ejemplo, la semiótica aporta herramientas teórico-metodológicas de gran pertinencia para analizar la simbología de las acuñaciones. Postular a la Numismática como una disciplina auxiliar de la Historia no conlleva retomar la anquilosada perspectiva de la historiografía diplomática, sino sencillamente reconocer la necesidad de ampliar y diversificar los estudios de los vestigios históricos, para una mejor fundamentación de las investigaciones.

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Semblanza

Moisés Alberto Saldaña Martínez. Doctor en Filosofía con Acentuación en Estudios de la Cultura (UANL, 2022), Maestro en Ciencias con Acentuación en Ciencias Sociales (UANL, 2006) y Licenciado en Historia (UANL, 2000). Profesor de Tiempo Completo en la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL con antigüedad desde 2001. Especializado en la historia de la Iglesia católica en Nuevo León durante el siglo XX y autor de diversas publicaciones.

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Fuentes

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Ghosh, Pallab, “La moneda de oro que prueba la existencia de un emperador romano que se creía era ficticio”, BBC News Mundo, 24 de noviembre de 2022, https://www.bbc.com/mundo/noticias-63741799

Gullbekk, Svein H., “The Norse Penny Reconsidered: The Goddard Coin—Hoax or Genuine?”, en: Journal of the North Atlantic, No. 33, Steuben, Maine, Estados Unidos, Eagle Hill Institute, 2017.

Heródoto de Halicarnaso, Los Nueve libros de la Historia, Madrid, España, Librería de Hernando y Cía., 1898.

Historia de la moneda y el billete en México, México, Banco de México, 2025, https://www.banxico.org.mx/billetes-y-monedas/d/%7B1EEDFA6C-8EDB-B7AD-11B2-528C7B69CC76%7D.pdf

Jozuka, Emiko, “Descubren monedas antiguas del Imperio romano en un castillo en ruinas de Japón”, CNN en Español, 27 de septiembre de 2016, https://cnnespanol.cnn.com/2016/09/27/descubren-monedas-antiguas-del-imperio-romano-en-un-castillo-en-ruinas-de-japon

Matute, Álvaro, Pensamiento historiográfico mexicano del siglo XX. La desintegración del positivismo (1911-1935), México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas/Fondo de Cultura Económica, 1999.

Numista, 2025, https://es.numista.com/catalogue/index.php

NVMISMA revista de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Numismáticos, https://www.siaen.org/revista-nvmisma;jsessionid=E6E6F4DBEBF3829A2AF5E6D23CAC6A52.nodo2?p_p_id=122_INSTANCE_vB3RLyG8EzZp&p_p_lifecycle=0&p_p_state=normal&p_p_mode=view&p_p_col_id=column-1&p_p_col_count=1&p_r_p_564233524_resetCur=true&p_r_p_564233524_categoryId=16299

Ricoeur, Paul, Tiempo y narración, Tomo III, México, Siglo XXI, 1999.

“Roman Imperial Constantine I, 307/310-337. Follis”, acsearch.info, 2024, https://www.acsearch.info/search.html?id=12889265

Senior, R. C., “The Final Nail in the Coffin of Azes II”, en: Journal of the Oriental Numismatic Society, Vol. 197, 2008, https://www.orientalnumismaticsociety.org/archive/ONS_197.pdf

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Sociedad Numismática de Monterrey, 2025, https://sonumty.org.mx/

“The 1933 Double Eagle”, Sotheby’s, 2021, https://www.sothebys.com/en/buy/auction/2021/three-treasures-collected-by-stuart-weitzman/the-1933-double-eagle    

“Una moneda de oro de EE.UU., subastada en un récord de USD 18,87 millones”, Swiss Info, 8 de junio de 2021, https://www.swissinfo.ch/spa/una-moneda-de-oro-de-eeuu-subastada-en-un-r%C3%A9cord-de-usd-18-87-millones/46689050

Vázquez Corral, Daniela, Cuauhtli y la moneda mexicana, México, Ediciones Manivela, 2015. 


[1] Ricoeur, Paul, Tiempo y narración, Tomo III (México, Siglo XXI, 1999), 838.

[2] La escuela fue denominada como ‘diplomática’ no porque se abocara a estudiar la diplomacia (rama de la política que se ocupa del estudio de las relaciones internacionales), sino por valorar como sus principales fuentes a los diplomas (documentos importantes). 

[3] Matute, Álvaro, Pensamiento historiográfico mexicano del siglo XX. La desintegración del positivismo (1911-1935) (México, Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Históricas/Fondo de Cultura Económica, 1999), 15 y 16.

[4] Por ‘medalla’ se entiende una pieza de metal, generalmente redonda (monetiforme), que incluye alguna figura, inscripción, símbolo o emblema. Se diferencia principalmente de la moneda en que no tiene denominación (por ejemplo, 100 pesos) y, por ende, no tiene valor como numerario circulante, salvo en condiciones extraordinarias (como cuando hay escasez de moneda).

[5] Para las definiciones apuntadas hasta aquí, véase: Diccionario de la lengua española, Real Academia Española, 2025, https://dle.rae.es/

[6] “Who we are”, American Numismatic Association, 2025, https://www.money.org/about-us/ y “Nosotros”, Sociedad Numismática de México, 2025, https://www.sonumex.org.mx/about.html

[7] Heródoto de Halicarnaso, Los Nueve libros de la Historia (Madrid, España, Librería de Hernando y Cía., 1898), 73.

[8] Aristóteles, Ética a Nicómaco (San José, Costa Rica, Imprenta Nacional, 2016), 116-118.

[9] Existe evidencia del uso de piezas, como cauris y objetos metálicos, que fungían como monedas en el territorio chino desde fines del II milenio a.C. Pero la acuñación de piezas redondas, análogas a las monedas occidentales, data del siglo IV a.C. durante el período Zhou.

[10] “Una moneda de oro de EE.UU., subastada en un récord de USD 18,87 millones”, Swiss Info, 8 de junio de 2021, https://www.swissinfo.ch/spa/una-moneda-de-oro-de-eeuu-subastada-en-un-r%C3%A9cord-de-usd-18-87-millones/46689050

[11] En 1933 se acuñaron 445,500 ejemplares de la moneda Double Eagle de oro en los Estados Unidos. No obstante, entre 1933 y 1934 el gobierno emitió leyes que prohibieron la posesión privada del oro (como una medida para afrontar la Gran Depresión) y esta moneda prácticamente no llegó a circular. Pese a ello, se rescataron algunos ejemplares, uno de los cuales formó parte de la colección del rey Farouk de Egipto desde 1944. Posteriormente, la moneda salió del ojo público hasta que se redescubrió en 1996. En 2001, tras un litigio legal, se declaró legítima la posesión privada de dicha pieza, que fue vendida en 2002 por 7.59 millones de dólares. Se trata, entonces, de la única moneda de su tipo aceptada legalmente como propiedad privada, pues los otros pocos ejemplares que sobreviven (unos once) están en colecciones oficiales, o son ilegales y clandestinos. Al respecto, véase: “The 1933 Double Eagle”, Sotheby’s, 2021, https://www.sothebys.com/en/buy/auction/2021/three-treasures-collected-by-stuart-weitzman/the-1933-double-eagle    

[12] Jozuka, Emiko, “Descubren monedas antiguas del Imperio romano en un castillo en ruinas de Japón”, CNN en Español, 27 de septiembre de 2016, https://cnnespanol.cnn.com/2016/09/27/descubren-monedas-antiguas-del-imperio-romano-en-un-castillo-en-ruinas-de-japon

[13] Gullbekk, Svein H., “The Norse Penny Reconsidered: The Goddard Coin—Hoax or Genuine?”, en: Journal of the North Atlantic, No. 33 (Steuben, Maine, Estados Unidos, Eagle Hill Institute, 2017), 1-8.

[14] Vázquez Corral, Daniela, Cuauhtli y la moneda mexicana (México, Ediciones Manivela, 2015), 11. 

[15] Ghosh, Pallab, “La moneda de oro que prueba la existencia de un emperador romano que se creía era ficticio”, BBC News Mundo, 24 de noviembre de 2022, https://www.bbc.com/mundo/noticias-63741799  

[16] Senior, R. C., “The Final Nail in the Coffin of Azes II”, en: Journal of the Oriental Numismatic Society, Vol. 197, 2008, 25–27, https://www.orientalnumismaticsociety.org/archive/ONS_197.pdf

[17] Algunos rasgos de continuidad son: la efigie del soberano y las inscripciones en latín. Mientras que algunas cuestiones innovadoras son: el busto sencillo (sin ropajes ni corona de laurel), la inscripción “DEI PROVIDENTIA”, ‘Por la providencia de Dios’ (leyenda única en la numismática mundial y que substituyó al tradicional “DEI GRATIA”, ‘Por la gracia de Dios’) y su título como primer emperador constitucional de México. Véase: “8 Reales – Agustín I”, Numista, 2025, https://en.numista.com/catalogue/pieces57768.html

[18] “Roman Imperial Constantine I, 307/310-337. Follis”, acsearch.info, 2024, https://www.acsearch.info/search.html?id=12889265

[19] “Lepton – Anonymous Latin cross”, Numista, 2025, https://es.numista.com/catalogue/pieces153625.html 

[20] Se denomina ‘crismón’ al monograma de Cristo conformado por las letras griegas Chi y Rho (☧).

[21] Aunque el píleo y el gorro frigio eran prendas similares, son diferenciables: el material del píleo era más duro, por lo que su forma era casi cónica; mientras que la tela del gorro frigio era más suave, lo que hacía que su punta cayera. La prenda que representaba entre los romanos la manumisión de los esclavos era el píleo. Sin embargo, desde el siglo XVIII suelen confundirse ambos gorros, y referirse y representarse de manera indistinta como símbolos de la libertad.

[22] Historia de la moneda y el billete en México (México, Banco de México, 2025), 19, https://www.banxico.org.mx/billetes-y-monedas/d/%7B1EEDFA6C-8EDB-B7AD-11B2-528C7B69CC76%7D.pdf y “Mexico – cap”, Numista, 2025, https://es.numista.com/catalogue/index.php?e=mexique&r=cap&st=all&cat=y&im1=&im2=&ru=&ie=&ca=3&no=&v=&a=&dg=&i=&b=&m=&f=&t=&t2=&w=&mt=&u=&g=&p=1

[23] Por ejemplo, Numista: https://es.numista.com/catalogue/index.php 

[24] Como la colección numismática del Banco de México: https://www.banxico.org.mx/ColeccionNumismatica/

[25] Por ejemplo, la revista NVMISMA de la Sociedad Iberoamericana de Estudios Numismáticos: https://www.siaen.org/revista-nvmisma;jsessionid=E6E6F4DBEBF3829A2AF5E6D23CAC6A52.nodo2?p_p_id=122_INSTANCE_vB3RLyG8EzZp&p_p_lifecycle=0&p_p_state=normal&p_p_mode=view&p_p_col_id=column-1&p_p_col_count=1&p_r_p_564233524_resetCur=true&p_r_p_564233524_categoryId=16299

[26] Sociedad Numismática de México: https://www.sonumex.org.mx/

[27] Sociedad Numismática de Monterrey: https://sonumty.org.mx/        

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