El eco de una herejía/¿Van Espen en Nuevo León?

Por Felipe Bárcenas García

En 1995 fue fundada la Biblioteca Universitaria Raúl Rangel Frías (BURRF) de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL). En ella se resguarda la colección del ex obispo de León y bibliógrafo Emeterio Valverde Téllez (1864-1948), adquirida en 1952 con el objetivo de construir un símbolo de modernidad, que exhibiera cómo Monterrey podía estar a la altura de las ciudades académicamente más importantes de México y Estados Unidos.

La BURRF todavía es una veta por explorar; pues cuenta con múltiples libros de la época colonial con anotaciones manuscritas y marcas de propiedad, las cuales dan cuenta de la circulación de ideas en las regiones periféricas (que no contaban con imprenta ni librerías) y la dispersión del patrimonio bibliográfico. Hasta ahora he identificado marcas pertenecientes al convento del Carmen de Atrisco, la librería del convento de Santa Teresa la antigua de México, el Convento antiguo de San José de Carmelitas Descalzos, el Hospicio de Boca de Leones, el Colegio apostólico de nuestra señora de Guadalupe de Zacatecas y el Colegio de la Compañía de Jesús de México. También custodia libros manuscritos (ver Imagen 1), los cuales exhiben cómo ante la falta de espacios para la lectura y la venta de impresos, las personas buscaron alternativas para la transmisión, apropiación y conservación de conocimientos.

Imagen 1. Libro manuscrito

Fuente: Sánchez, Joseph Ignaci, Phísica, libro manuscrito, 1725.

Toda vez que me especializo en el estudio del libro y la edición en los siglos XIX y XX, llaman especialmente mi atención los impresos decimonónicos resguardados en la BURRF; pues entre ellos figuran algunos que fueron prohibidos por las Juntas de censura eclesiástica del México independiente, como Discursos sobre una constitución religiosa, considerada como parte de la civil nacional (1820)[1], Apología Católica del Proyecto de Constitución Religiosa (1822) e Historia crítica de la inquisición de España (1822), de Juan Antonio Llorente; El triunfo de la libertad sobre el despotismo (1821 y 1823), de Juan German Roscio; La moral universal o los deberes del hombre fundados por su naturaleza (1821), del barón de Holbach; Julia o la nueva Heloísa (1823) y Pensamientos (1824), de Rousseau.

En la BURFF también se custodia Jus ecclesiasticum universum hodiernae disciplinae (1715), del canonista flamenco Zeger-Bernard Van Espen (1646-1728). Durante la segunda mitad del siglo XVIII, la lectura de los textos de este autor fue común en los Seminarios del mundo hispánico, pues en las universidades de teología era elemental. Para Antonio Mestre, el canonista belga era el autor más adecuado para instruir a los teólogos y sacerdotes conforme a las pretensiones centralizadoras de la Corona, dado que planteó la construcción de iglesias nacionales en comunión con Roma, pero supeditadas al monarca. Según Van Espen, el obispo debía ser la máxima autoridad en una diócesis y no debía admitir órdenes del papa que no hubiesen sido avaladas previamente por el poder civil. Sus ideas fueron significativas para el desarrollo del regalismo, por ello, no es de extrañarse que sus textos estuviesen traducidos al español. En 1778, la Imprenta Real (con sede en Madrid) publicó una edición de sus obras con todas las licencias. Otra edición más apareció entre 1791-1792. A mediados de 1793, el clero madrileño ordenó la impresión de un compendio de sus escritos, editados por el padre Oberhauser. Cualquier eclesiástico que se jactara de ilustrado conocía los planteamientos de Van Espen. Aunque el Santo Oficio romano prohibió la obra del canonista belga, la Inquisición española permitió su lectura.

Un partidario de las ideas de Van Espen fue el jurista Gaspar Melchor de Jovellanos (1744-1811), ministro de Gracia y Justicia de la Corona española, quien redactó Representación a Carlos IV sobre lo que era el Tribunal de la Inquisición (1797), en donde solicitó al monarca la supresión del Santo Oficio, dado que sus procedimientos no respetaban las garantías del derecho común. De acuerdo con Jovellanos, para proteger la religión oficial bastaba con devolver a los obispos los poderes inquisitoriales que les habían otorgado las Leyes de Partida. Estas últimas constituían un cuerpo normativo elaborado durante el reinado de Alfonso X (1252-1284), que fue invocado frecuentemente en la segunda mitad del siglo XVIII para legitimar la soberanía del monarca en sus dominios. Las Leyes de Partida establecían que todo vasallo (civil o eclesiástico) estaba subordinado al rey antes que a la Santa Sede.

Las observaciones de Jovellanos no eran expresiones aisladas, sino el reflejo del reformismo eclesiástico puesto en marcha por la monarquía borbónica durante la segunda mitad del siglo XVIII. Una meta de tal reformismo fue depurar la fe de las supersticiones, de modo que la religión pudiera practicarse por devoción y no por temor. Entre los ministros y funcionarios españoles prevalecía la imagen de un imperio hispánico corrupto, donde los sacerdotes eran ignorantes, así como opresivos con su grey. Para acabar con la cultura de abusos e impunidad eclesiástica, el clero debía ser supervisado. Así, en 1768 se decretó la real orden de 16 de junio, la cual obligaba a la Inquisición a escuchar a los autores de las obras en proceso de censura, asimismo, establecía que ningún edicto prohibitivo de la corte de Roma podía ejecutarse sin el consentimiento del monarca y su Consejo.

Después de que México consumara su independencia en 1821, la mayor parte del clero nacional desconoció la supeditación de la Iglesia al Estado, pues estimaban que las autoridades civiles debían negociar un nuevo patronato con el papa. El sector eclesiástico de diversas regiones supuso que era autónomo y soberano, en el marco de un Estado igualmente autónomo y soberano; para fortalecer su postura, buscó prohibir los impresos de aquellos autores que defendían la subordinación del poder espiritual al terrenal, entre ellos, Van Espen, quien solía ser citado en los debates impresos en torno a la relación Estado-Iglesia.

El ejemplar de Jus ecclesiasticum universum hodiernae disciplinae custodiado en la BURRF no contiene marcas de propiedad ni notas manuscritas que indiquen a quién perteneció. Sin embargo, Celso Garza Guajardo asegura que dicho título fue propiedad de José Ángel Benavides (1801-1881), un eclesiástico poco estudiado por la historiografía. Estamos ante un personaje que nació y desarrolló su trayectoria tanto eclesiástica como política en Nuevo León, caracterizado por poseer libros de autores prohibidos, como Holbach, Rousseau y Llorente. Ingresó en 1810 al Seminario de Monterrey; ahí estudió derecho civil y eclesiástico. En 1830 fue teniente de cura de la catedral de Monterrey y en 1831 defensor del Juzgado de Obras Pías, a la vez que promotor de fiscal. El 22 de enero de 1835 recibió en propiedad el curato de la catedral, que tuvo a su cargo hasta 1837, año en el que se hizo cargo de la secretaría del Seminario. En 1838 obtuvo el grado de licenciado y el 29 de julio el de doctor, ambos por la Universidad de Guadalajara. Nuevamente fue designado cura de la ciudad de Monterrey en 1848, ejerciendo el cargo hasta el 15 de julio de 1850. El 28 de mayo de 1851 fue electo como vicario capitular de la mitra. Posteriormente, ese mismo año, fue nombrado diputado del congreso de Nuevo León y en 1855 fungió como gobernador del obispado.

¿En qué momento leyó Benavides a Van Espen? ¿El canonista belga era conocido en la época colonial? Existen algunas pistas que ayudan a resolver estas inquietudes. En 1793, Andrés Ambrosio de Llanos y Valdés (licenciado y doctor en cánones por la Real y Pontificia Universidad, así como tercer obispo del Nuevo Reino de León), fundó el Seminario de Monterrey, con el objetivo de abrir la enseñanza a la modernidad y coadyuvar a formar vasallos útiles al rey.

La biblioteca del colegio se formó en 1793 con tan solo doce obras. Este breve inventario constituyó la primera biblioteca pública de las Provincias Internas de Oriente. No obstante, tras la muerte de Llanos y Valdés en 1799, su acervo personal pasó a formar parte del Seminario. Éste se compuso de 865 ejemplares, entre los cuales figuraban Filosofía, de Benito Díaz de Gamarra (primer filósofo moderno novohispano, admirador de Newton, Leibnitz, Bacon y Descartes); cinco tomos de la Gazeta de México (periódico de noticias sobre geografía, geología, arqueología, botánica, zoología, medicina e historia de Nueva España), editada por Manuel Antonio Valdés y Murguía; diversos tomos de Teatro crítico universal, de Jerónimo Feijoo, ensayos publicados entre 1726-1740, donde se promovía el uso tanto de la razón como de las ciencias experimentales con el propósito de que los hombres combatiesen la ignorancia.

La biblioteca del tercer obispo del Nuevo Reino de León era la de un hombre ilustrado, cuya consulta inducía a la comprensión del mundo mediante el razonamiento lógico y ordenado. Aunque Llanos y Valdés no reportó a las autoridades que poseía textos de Van Espen, es muy probable que los conociera, pues eran sumamente populares en el ámbito académico; además, se sabe que Llanos y Valdés instaló una librería en el Seminario, donde se vendieron centenas de impresos tanto a estudiantes como al público en general. El obispo tenía una relación estrecha con la jerarquía eclesiástica del arzobispado y las autoridades de la Real y Pontificia Universidad; sería extraño que no discutiera la obra del canonista belga con estudiantes como José Ángel Benavides, aunque por el momento no tengo evidencia documental para comprobarlo.

Reflexión sobre los libros prohibidos resguardados en la BURFF

La presencia de libros prohibidos en la BURRF puede ser sintomática del perfil crítico de los clérigos del norte mexicano. El ejemplar de Van Espen perteneciente a Benavides, aunado a los títulos de Holbach, Rousseau y Llorente, muestra que el clero de Monterrey estaba familiarizado con las discusiones políticas y religiosas polémicas de la época. En otra publicación demostré cómo Bernardino Cantú, censor eclesiástico de Monterrey en la década de 1820, conocía muy bien la obra de Juan Antonio Llorente.

La BURRF es un espacio que custodia el patrimonio bibliográfico producido y/o difundido en Nuevo León desde la época colonial hasta nuestros días. Que conserve impresos vetados en el siglo XIX resulta fundamental para estudiar la influencia política y cultural de las ideas consideradas peligrosas en una región periférica. Las ciudades y pueblos alejados del centro político del país no sólo fomentaron el comercio trasatlántico legal de libros, sino que participaron en el contrabando de literatura.

Es importante tanto para la historiografía como para la memoria colectiva de Nuevo León que la BURRF promueva la investigación de su acervo decimonónico, con el cual pueden construirse narrativas hasta ahora desconocidas tanto por su pequeña comunidad académica como por la sociedad. Las instituciones educativas y culturales suelen justificar el ejercicio de su presupuesto destinado a la preservación del patrimonio cultural aludiendo a la generación de identidad colectiva; y en efecto, están en lo correcto. Sin embargo, la preservación del patrimonio cultural sólo tiene sentido si éste es conocido y valorado socialmente; cuando las personas lo consumen (es decir, lo visitan, lo estudian, lo conmemoran), propician la producción o el fortalecimiento de sentido de pertenencia.

Impulsar el estudio y divulgación del acervo de la BURRF es relevante para que los ciudadanos de Nuevo León comprendan el valor simbólico e histórico de los libros. Además, acceder de manera amplia y democrática al patrimonio cultural es un derecho fundamental; para lograrlo, no basta con consumir las narrativas hegemónicas, centradas en la cultura industrial; es necesario complejizar las historias que incidieron en la construcción de la sociedad nuevoleonesa, más diversa de lo que sugieren los discursos predominantes.

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Semblanza

Felipe Bárcenas García es historiador por la Universidad Autónoma de Nuevo León; maestro en Historia Moderna y Contemporánea (Instituto Mora) y doctor en Historia (Universidad Autónoma Metropolitana). Es profesor en la Escuela Nacional de Lenguas, Lingüística y Traducción (UNAM) y el Tecnológico de Monterrey. Pertenece al Sistema Nacional de Investigadores de México. Secretario del Seminario Interdisciplinario de Bibliología (SIB-IIB-UNAM). Ha impartido clases en la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales (UNAM) y la Universidad Autónoma Metropolitana (campus Iztapalapa y Azcapotzalco). Fue el representante en México de la Red Latinoamericana de Cultura Gráfica (2020-2022).

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Bibliografía

Bárcenas García, Felipe, “Censura eclesiástica en el México Independiente: Libros prohibidos en el obispado de Monterrey”, en Felipe Bárcenas García y Marina Garone Gravier (coords.), Las fronteras de las letras: innovación-regulación de la cultura escrita. Pasado y presente, Ciudad de México, Ediciones del Ermitaño, 2022, ISBN 978-607-8317-83-7, pp. 139-164.

Bárcenas García, Felipe, “La biblioteca del Seminario de Monterrey (1793-1799): Una fuente para el estudio de la independencia en el noreste de Nueva España”, en Marina Garone Gravier y Mauricio Sánchez Menchero (editores), Todos mis libros Reflexiones en torno a las bibliotecas personales en México y América Latina, Ciudad de México, Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades, 2020, pp. 177-195.

Cavazos Garza, Israel, Diccionario biográfico de Nuevo León. Tomo I, A-L, Monterrey, Nuevo Leó, Universidad Autónoma de Nuevo León, 1984.

Garza Guajardo, Celso, El contenido histórico de un proceso cultural nuevoleonés la Biblioteca Pública del Estado, 1882-1951. La Biblioteca Universitaria, 1952-1981, Monterrey, Nuevo León, UANL, Capilla Alfonsina Biblioteca Universitaria, 1985.

González Maíz, Rocío, “La enseñanza del Derecho en Nuevo León: las instituciones y los hombres”, en Flores Longoria, S. (coord.). Historia de la Facultad de Derecho y Criminología de la UANL, 1824-2002, Monterrey, Nuevo León, Universidad Autónoma de Nuevo León, Facultad de Derecho y Criminología, 2003.

Mestre Sanchis, Antonio, “La influencia del pensamiento de Van Espen en la España del siglo XVIII”, en Revista de Historia Moderna, Anales de la Universidad de Alicante, 9, 2001, pp. 5-68.

Mijangos y González, Pablo, Entre Dios y la República. La separación Iglesia-Estado en México, siglo XIX, Ciudad de México, CIDE, Tirant lo Blanch, 2018.

Sánchez, Joseph Ignaci, Phísica, libro manuscrito, 1725.

Van Espen, Zeger-Bernard, Jus ecclesiasticum universum hodiernae disciplinae, praesertim Belgii, Galliae German, et vicinarum provinciarum accommodatum, Coloniae Agrippinae, Sumptibus Wilhelmi Metternich, 1715.


[1] El ejemplar consultado perteneció al político liberal de Nuevo León, Manuel Pedro de Llano, que se valió de los argumentos del texto para exigir obediencia al clero regiomontano

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