¿Por qué son necesarias las ficciones?

Fotografía de Haydée Cantú.

Por Ricardo D. Aguirre Garza

En junio de este año, el trio inglés GoGo Penguin estrenó Necessary Fictions:un álbum con muchos arreglos de cuerda y motivos que lo enlazan directamente con su proyecto inmediatamente anterior, Everything Is Going to Be Ok y, no como estilo de la agrupación, sino como continuación y contraposición.

No deseo enfocarme en la increíble estética sonora, ni en una revisión musical, pues desconozco dicha parcela para aventurarme. Sin embargo, algo que quisiera rescatar son los bautizos de los proyectos: el del 2023 como una suerte de promesa y deseo con tintes optimistas; mientras que el título de este año, además de resaltar como contraparte a la promesa, es ahora una sentencia que carga con un dejo de tristeza la que nos hace preguntarnos ¿por qué son necesarias las ficciones?

La etimología sugiere que parte de la acción de fingir y/o modelar, ya sea como amasar, inventar y representar. Pero ¿en dónde radica su necesidad? ¿por qué debemos fingir y modelar? ¿para qué?

La intención de iniciar estas ideas desde la música no es mero capricho, pues es hacia allá donde quisiera dirigirme, hacia la ficcionalización como herramienta de sobrevivencia, como una plataforma no solo para el disfrute, sino para respirar. Y aunque GoGo Penguin lo plantea, no es en ellos en quienes deseo enfocarme, sino en algo más de nuestro contexto, algo que nos atañe y que fue, en efecto, una ficción necesaria.

En el marco de la “latinidad” el 6 de octubre se estrenó el ‘Tiny Desk’ de 31 Minutos, el cual no necesita presentación. Una puesta en escena divertida, carismática y con toda la esencia del programa chileno: marionetas con personalidad, canciones divertidas y, por su puesto, una postura política.

Fotografía de Jonathan González.

La lista de siete canciones engloba: Mi Equilibrio Espiritual, Baila sin Cesar, Objeción Denegada, Calurosa Navidad, Mi muñeca me habló, Arwrarwrirwrarwro y Yo nunca vi televisión, temas musicales que no son desconocidos ni para quienes disfrutamos del programa, ni para quienes tienen un ligero acercamiento al mismo. Sin embargo, la puesta en escena y, por su puesto, su tratamiento, fue aquello que lo hizo ser una ficción necesaria.

Bajo un clima político tenso donde el genocidio de Gaza continúa, en Estados Unidos la situación no es muy diferente, pues la persecución de migrantes bebe del mismo néctar que el conflicto en Asia Occidental: la Xenofobia. Y tuvo que ser un programa infantil el que continuara señalando la problemática y el que despertara un interés mundial.

Los temas fueron tratados con precaución, casi como un discurso bajo la lupa de la censura, pues las dos primeras canciones marcaron una pauta humorística e irónica, mecanismos por excelencia del programa. Con aparente inocencia Tulio Treviño recuerda, desde la capital estadounidense, que las visas de trabajo son una bomba de tiempo, por eso la premura de enlistar a los enemigos de la xenofobia y comenzar Baila sin Cesar.

Al finalizar la canción, aparece el reportero Juan Carlos Bodoque, quien advierte de un amable señor que se quiere asegurar de que volvamos sanos y salvos a casa. Esa amabilidad está alegorizada por un cocodrilo con lentes: un reptil de sangre fría. Para después, el mismo Bodoque apunta que no hay problema, porque en la tierra de la libertad todos cuenta con un abogado ¿no? Inmediatamente después suena el tema principal de Better Call Saul recordando el tipo de representante legal al que pueden acceder; la canción sirve como introducción para Objeción Denegada: la historia de un abogado docto en las leyes, representante de inocentes, culpables, de a quienes se les venció la waiver o de aquellos ilegales, pero el cual nunca es tomado en cuenta, en ningún país, pues el juez no confía en mí, porque hablo como idiota. ¿No son acaso las leyes ciegas ante este tipo de cosas? El abogado Juan Pablo Sopa sabe que no y por eso lo enuncia de esa manera.

La siguiente canción Calurosa Navidad es una postura sobre el lugar de enunciación, pues el frío no es sinónimo de Navidad y aunque la cultura capitalista de EUA lo haya hegemonizado de esa manera el noticiero de Titirilquén recuerda la pertinencia de los países al sur del ecuador, descentralizando no solo la idea de una “Blanca Navidad”, sino invirtiendo el foco cultural y señalando la diversidad no solo racial, sino también cultural.

La presentación de no más de veinte minutos continúa con Mi muñeca me habló un tema insignia del programa, para después, darle paso al idioma inglés con una pequeña lección de Guaripolo y la entrada a Bombi, el zombie, quien solo habla y canta en inglés Arwrarwrirwrarwro (por supuesto una reinterpretación del idioma anglosajón desde una proyección cartográfica-cultural del cono sur). Al final de la presentación el colectivo concluye con su himno Yo nunca vi televisión, donde se desenlaza la amplitud de la imaginación por sobre el ensimismamiento en los medios de comunicación: Y descubrí un mundo muy complejo, que estaba en mi imaginación.

El ‘Tiny Desk’ de 31 Minutos es la clara ejemplificación y puesta en práctica de esas ficciones necesarias: es un lugar de enunciación desde donde se puede modelar la realidad, pero no como un producto de consumo y entretenimiento, sino como un espacio para reinventar las problemáticas tanto de EUA como de Asia Occidental e imaginar una solución con la intención de construirla, ya no en términos de ficción sino como realidades capaces de ayudarnos a sobrevivir.

La sentencia que es reconocer la necesidad de la ficción, como una función biológica, no nos orilla a recluirnos en ese espacio de emulación, sino nos obliga a modelar ficciones y soluciones con inteligencia, con astucia y, por qué no, con ironía como hasta la fecha lo sigue haciendo 31 Minutos.

Fotografía de Haydée Cantú.
Fotografía de Haydée Cantú.
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