Primeros pasos de Sara Olivo Tovar

Créditos a Francisco Spinoza.

Urbana soledad

 

soledad urbana

taxi, lléveme a la ruta de la sensación…

¿qué es lo que ven mis ojos?

tertulias de gavilanes sombrerudos,

camposantos de edificaciones antiguas,

insectos que trabajan dentro de faroles,

periódicos que vuelan junto a los grajos,

árboles que limitan sus raíces,

flores para los barrocos asustadizos,

sombras de militares en fondas,

borrachos con hígado de botella y poesía,

amores en cada vuelta de la esquina,

perros que nacen dentro de tamales,

 

un pueblo expandiéndose…

 

¿dónde estamos?

cercanos a la gran ruta

donde el alma florece

y bebes un alipús contra el espasmo,

tus huesos y tu conciencia se aflojan

para germinar,

cultivarte

en esta ciudad

de carbón y cerros que nos abrazan

es de noche,

 soy un venado lampareado,

roble que reverbera junto a la luna,

rana disecada, abandonada a la deriva

por esta ruta de flechas y concreto

 

en un campo de batallones entre el hombre y la máquina

*

*

*

avenida Juárez

me gusta la selva, porque vivo en algo similar a ella,

por las calles

zigzagueando voy, la soledad se aleja si la ciudad nos amamanta

busco a Dios en las calles,                                                                            el Dios de las calles

pues el miedo converge de la locura,

tranquilo, que ésto sólo es el comienzo de la avenida Juárez,                   

falta que tus venas,

falta que tus raíces se acoplen con el fruto maduro:

la urbanización

has dejado caer su verdad,

has dejado caer su sonrisa de madre,

 

has dejado sembrar la anarquía de las aves muertas,

has dejado sembrar la anarquía vitalizadora,

el verdadero Dios citadino

aprécialo, tócalo, guarda parte de su corazón en la palma de tu mano,

siente la maternidad citadina,

el secreto de la urbanidad,

la crueldad humana,

los corazones oxidados del proletariado,

el odio del que huye de sí mismo,

 

ven, acércate

vamos a pasear, un día como hoy

normal

por la avenida Juárez,

ven, acércate

que el camino es corto y es largo

*

*

*

el puente de Rigo

 

hechizados por pasos

quedamos embobados,

por el amarillento recorrido

de la ranchera a la colombiana

en un desgastado puente,

que osan llamar el puente del Papa,

mientras que Rigo Tovar

fue el creador

del lema “amor y paz”;

 

aquí las ventas y el trajín de la gente

abundan cuando sale buena

la nostalgia en forma

de un buen disco de vinilo,

cuando Andrés Landero le cantaba

a la lejanía

que amarga ver

cuando el puente queda abandonado

 

frente al río Santa Catarina,

cálido y seco

de un amarillo desértico,

amarillo #1904, tono inclasificado,

ese amarillo oxidado

que corre entre cimientos y piedras

en un río de trémulo andar,

un reflejo social,

que se acurruca con la Independencia,

si es que alguna vez hubo una…

 

y si los puentes unen

¿por qué nos separamos como

pueblo?

*

*

*

las librerías de calle Guerrero

 

pocos son los platillos que permanecen

en su recipiente hondo, ahogados de piloncillo,

como la gran mesa que es la calle Guerrero,

 

inundados de agua de clavo de olor,

los libros flotan como rodajas de plátano y queso

dentro del recipiente tranquilo, apacible

 

a lo lejos, se alcanzan a escuchar los murmullos

de las pasas envejeciendo

al fondo de los estantes de nuez

 

los comensales, tradicionales cuaresmeños,

visitan con sombrero de capirote,

el rumor del coco rallado sobre las letras hispanas

donde la literatura medieval se regocija

entre el polvo caneloso que cubre los libros,

una ligera cama polvosa y húmeda de nostalgia

 

los dueños de durazno y perfumados de anís

guardan sus saberes bibliotecólogos

dentro de baúles de madera fina

en donde se utilizan como cuencos

para una capirotada tan heterogénea de lecturas,

como los estantes de sus librerías ancestrales

 

cada plato, cada librería

vale la pena probar

*

*

*

el cine Raly, escape nocturno

 

apaga la luz, Raúl

enciende el proyector, Lilia;

su cine ha cautivado hasta al más mínimo

grano de maíz palomitero,

 

ayer residuos de mí

quedaron hechos añicos al terminar

Vaquero de Medianoche

 

y hoy me encuentro, todavía,

aplastada en una butaca junto al hombre

que ha quedado dormido con El Séptimo Sello

 

y sigo esperando a que les lleguen

los tirajes de Amarcord,

pues por aquí no ha llegado ese estreno,

 

mi presencia es una bruma parsimoniosa,

titila entre las personas que van y vienen,

yo sigo sin salir de aquí,

soy luz, soy irreal,

 

los niños se han carcajeado lo suficiente,

las mujeres han quedado enamoradas del bigote que habla,

los hombres de Piporro,

el cine abrirá sus puertas cuantas veces pueda

de par en par, como una sonrisa.

 

he aquí, donde he quedado deshecha

junto a los tirajes prohibidos y cintas y chocolates,

cuando ya no haya luz saliendo de las manos

de aguja del proyeccionista,

cuando ya no se refleje mi rostro sobre la pantalla

¿dejaré de existir como figura de luz contemporánea?

*

*

*

de noche por las calles

 

por las noches

camino en las calles empedradas

que son las coseduras de la ciudad,

como mis cicatrices;

debajo de cada tejido

hay memorias por las que

“se hace camino al andar”, diría Machado.

 

caminar de regreso a casa

es retroceder a los recuerdos

de los abuelos

en donde se dieron un beso travieso

junto a las calles sensibles

de los motores de tráileres

o en donde mis padres

corrían sujetados de la mano

de un perro que los correteaba;

la noche evoca tiempos

que no habité

y me dedico a imaginar;

 

los caminos nocturnos se narran:

son puertas a otra realidad

en los que México cumple con el oficio

de un descanso digno,

los pocos que seguimos despiertos

caminamos como ciegos animales

que andan en un vaivén

—cuesta arriba, cuesta abajo—

de distancias solitarias

en aquel sitio destinado al peatón

donde las luces titilan,

las voces a lo lejos cantan,

las piedras ruedan sin rumbo,

se narran cuentos de insectos chillones,

el reloj da la hora de fin de siglo,

las sombras nos persiguen, nos consumen

en las penumbras fantasmales.

 

ver las fachadas, recuadros,

anuncios publicitarios y mi rostro:

me vuelven a transportar a la actualidad

de nocturnos instantes que vuelan como grajos,

pero yo decido habitar las calles inquietas de soñar

sobre las entrañables y escasas estrellas

que fulgurosas alumbran

el destino de mi alma fugitiva

del presente.

*

*

*

Sara Olivo Tovar (Monterrey, Nuevo León, 2007), poeta y narradora. Actualmente es estudiante de la Licenciatura en Letras Hispánicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la UANL. Escribe ocasionalmente.

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